1ºTemporada (Segunda parte)
Continuamos
con nuestro particular repaso a una de las series de moda, Penny Dreadful. Todavía nos queda mucho por desmenuzar de la
primera temporada y de la segunda antes de que nos pille el toro con el estreno
de la tercera temporada, así que vamos a ponernos las pilas.
En el primer
artículo “Penny Dreadful, ensalada de noveluchas. (Parte 1)”,
analizamos las influencias de Drácula
de Bram Stoker y ahora le toca a la otra gran referencia literaria de la serie:
Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Esta es la
obra por excelencia de una escritora poco reconocida, que vivió siempre a la
sombra de los hombres geniales a los que acompañaba: su padre y filósofo político
de prestigio William Godwin; su no-marido pero compañero de vida y poeta Percy
Shelley; su amigo, amante de su hermana y poetísimo lord Byron; incluso por el
médico-sirviente-escritor personal de éste último, John William Polidori (el triste
de Polidori).
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"Y con todos ustedes..., ¡la mujer sin hombros!". |
Sin duda,
estar rodeada de tanta inteligencia e ingenio le tuvieron que influir. Pero en
fin, que a Mary Shelley no le faltó un hombre para parir la que es una de las
grandes novelas de terror gótico que ha dado la época romántica.
Los críticos
no saben muy bien cómo surgió la idea de su Frankenstein,
aunque hay unanimidad en señalar que no se trató únicamente de una obra
fortuita escrita por el desafío de Byron. Casi seguro que la chica ya le había
dado muchas vueltas al coco antes de ponerse a escribir. El resultado es una
obra profunda, de múltiples lecturas, con dos personajes titánicos: Victor
Frankenstein y la Criatura.
Se le describe
como un joven estudiante fuera de lo común que comienza estudiando a los
místicos seudodoctores del Medievo (ej.: Paracelso) y que acaba por descubrir
los secretos de la creación. En un laboratorio clandestino reúne los miembros
de diversos cadáveres y les da vida. Así, él solito, se lo guisa y se lo come
(metafóricamente, brutos). La novela es en realidad su diario y en él nos
cuenta que dio vida a una criatura y que luego ésta se dedicó a perseguirle para
vengarse por haberla abandonado.
Este personaje
surge de otros mitos anteriores: el titán Prometeo, como ya lo señala Shelley
en el título; Fausto, de la obra de Goethe; el gólem judío, etc., mitos
literarios anteriores que estaban presentes en el imaginario de la época y que
la autora escoge para hablar de temas universales como son: la búsqueda de la
verdad, la prohibición del conocimiento o la corrupción del espíritu.
En definitiva,
con estos referentes, Shelley trata de preguntarnos qué pensamos sobre el pobre
científico loco al que le da por traer al mundo un monstruo: “Lo hace en pos de
la ciencia –eso
es bueno–.
Pero lo hace de espaldas a la comunidad científica –eso es malo– Por
otro lado, encuentra la verdad sobre el origen de la vida –eso
es bueno–.
Pero en el proceso crea un monstruo asesino –eso es malo–. Frankenstein se arrepiente
y trata de destruirlo –¿eso es bueno? –. La criatura mata a toda su familia –¡eso
es muy malo!–. Y va hasta el polo norte clamando venganza –esto… ¿me puedo ir
ya?”.
En la serie:
¿Y quién es el
doctor en Penny Dreadful? Pues no nos
dan ningún espacio para la duda: evidentemente, es Victor Frankenstein
(aplausos).
Este es uno de
los personajes que creo que mejor han clavado los creativos de Showtime. Han
hecho una perfecta mezcla del doctor John Seward de Stoker y el Victor
Frankenstein de Mary Shelley. Como ya señalé en el otro artículo, esto es
debido seguramente a que Stoker tomó como referencia el personaje de Shelley
para su novela.
En fin, lo que
todo esto demuestra es que poco a poco se va consolidando el mito/tópico del
“doctor chiflado”, tomando como origen seguramente las leyendas de alquimistas
judíos, luego directamente del imaginario literario con el gran Fausto y
culminando en la época victoriana con Frankenstein o el doctor Jeckyll, gracias
al empuje de todo el contexto tecnológico. La estirpe llega hasta nuestros
días, aunque por favor, vamos a olvidarnos de mencionar a Jerry Lewis y a Eddie
Murphy… sobre todo a Murphy.
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"¿Por qué? Pero si soy muy guay". |
Pues bien, el
“doctor chiflado” en la serie es Victor, un chico con unas ojeras de infarto al
que encuentran en un subterráneo macabro sir Malcolm, Vanessa y Chandler, donde
otros médicos y estudiantes se dedican a investigar cadáveres. Además, Victor resulta
ser un romántico. No de esos enamoradizos ñoños de nuestra época, sino un buen
amargado sociópata del siglo XIX con tendencia a ensimismarse con la ciencia y
la literatura.
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"Todos se meten conmigo porque tengo un gran corazón". |
La Criatura:
¿Y la
Criatura? Pues en la serie no tenemos una, sino dos Criaturas.
A diferencia
del libro, estas dos pobres bestias montadas a trozos sí tienen nombre.
Conocemos primero a Proteus, para nada la clase de monstruo que esperaríamos
los lectores de Frankenstein. Ni mide
dos metros ni su cabeza es la de un gigante. Proteus es simplemente un hombre
bastante dulce que se comporta como un animalillo perdido siguiendo como una
obediente mascota al bueno del doctor. Esta Criatura podría decepcionar a más
de uno o al menos levantar las sospechas. Pero, ¿dónde está el ser de fuerza
descomunal instruido en la crueldad humana que sólo busca venganza y
destrucción?
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"Mi papá me dijo que estoy hecho de luz de arcoíris". |
Tranquilos, tranquilos,
que Proteus nos dura hasta que… tachán tachán, ¡llega Calibán y lo abre en
canal! Sí, resulta que el Victor de la serie crea primero a Calibán, se asusta
y lo abandona, exactamente como en la novela. Y luego éste vuelve para destruir
el mundo del doctor y pedirle de paso algún que otro favorcillo.
Y Calibán sí
que es el cabrón que todos estábamos esperando. Inteligente, sensible como su
creador para la literatura y la belleza, inclinado en principio hacia la
bondad, pero tan dolido por las humillaciones que ha recibido que acaba
buscando únicamente la venganza. Calibán está tan inspirado en la Criatura de
Shelley que parte de sus intervenciones están tomadas directamente de las del
libro. Y además, él también quiere una novia. Esa será su única motivación y la
razón por la que deje vivir a Victor.
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"¡Feo, cabrón! ¿Me fabricas como a un sim y me haces feo? Pues te vas a cagar". |
Dos apuntes
antes de pasar a otra cosa.
Primero,
tenemos un claro homenaje a William Shakespeare en la construcción de las dos
Criaturas. Tanto Proteus como Calibán son personajes de sus obras de teatro.
Proteus es protagonista en Los dos
hidalgos de Verona y encarna el prototipo de enamorado barroco. Mientras
que Calibán es el salvaje de La tempestad,
poco más que un sátiro de instintos animales y aspecto bestial. Sin duda éste último
ha influido mucho más y ha sido más versionado que el primero por la
importancia de La tempestad. Sea como
sea, el paralelismo es claro entre los personajes de Shakespeare y las
Criaturas de Penny Dreadful.
Segundo,
Calibán recibe además otra referencia literaria y es ni más ni menos que de El fantasma de la Ópera de Gaston
Leroux, otra de las más famosas novelas góticas. En la serie el único que es
bueno con Calibán resulta ser un anciano dramaturgo que tiene un guignol de mala muerte donde todas las
noches se representan obras macabras para el público adulto, como por ejemplo Sweeney Todd, el barbero diabólico de la
calle Fleet. El viejo actor invita a nuestro monstruito a convertirse en el
tramoyista del local, donde éste acaba enamorándose de la actriz principal y
teniendo problemas con el novio de ésta, como en la obra de Leroux.
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"¡Pero si es la malhablada de samelese!" |
En cuanto al
argumento, la serie ha mantenido los elementos esenciales que hacían de
Frankenstein una novela gótica singular: el doctor obsesionado, la creación del
monstruo, la historia de la Criatura y su justificación, la petición a Victor
de una novia inmortal, el odio-amor del creador hacia su criatura y viceversa,
la Criatura como una nueva raza nacida de la tecnología y no de Dios, etc. Y se
aleja del libro al mismo tiempo: elimina personajes prescindibles, como la
familia de Victor; ilustra la creación del monstruo, cosa que no se explica en
la novela; y Victor sí crea a la novia, otro ser inmortal que nos dará guerra
en la segunda temporada.
¡Dame más literatura!
-
El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde:
otro de los personajes fundamentales de la serie es Dorian Gray. Y os preguntaréis,
¿por qué no le dedico un análisis a esta novela como hice con Drácula y Frankenstein? Pues por varias razones: la primera, porque no me da
la gana; la segunda, porque no me he leído el libro; y la tercera, porque el
personaje de Gray en la primera temporada de Penny Dreadful sólo es el tío sexy son el que se acuesta todo el
mundo, en serio, ¡todo el mundo! Y no tiene mayor relevancia argumental que la
de salir sin ropa y lanzar miraditas viciosas.
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"¡Pezón!". |
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Demimonde: es el título del cuarto
capítulo de la serie y a menudo el grupo de sir Malcolm se refiere al demimonde como el lugar que no es ni el
mundo de los mortales ni el de los muertos, sino uno intermedio donde habitan
fuerzas sobrenaturales. Sin embargo, resulta que este nombre se usaba en la
Francia del siglo XIX para referirse a esa clase social que vagaba entre los
bajos fondos y la aristocracia: cortesanas, artistas, actores, etc. Alexandre
Dumas hijo fue el autor de este término y lo popularizó gracias a su famosa
novela La dama de las camelias, la
historia de una cortesana que se enamora de un joven estudiante y que por él
acaba enferma y pobre. Puede que la relación me salga un poco forzada, pero al
fin y al cabo, el personaje de Brona Croft, la joven prostituta con
tuberculosis de Penny Dreadful, me
parece que encarna ese concepto de la demimondaine,
ya que en la primera temporada aparece tanto en bares de mala muerte como en la
mansión de Dorian Gray, rodeada de riquezas, y es cuando se enamora de Chandler
cuando parece replantearse el tipo de vida que lleva. Al final, también Brona
muere de una enfermedad, como Margarita en La
dama de las camelias.
-
El libro de los muertos: el tatuaje
que nuestro equipo de detectives de lo paranormal encuentra en el cuerpo del vampiro en el primer capítulo, corresponde a un
pasaje de El libro de los muertos
egipcio. Este
descubrimiento introduce otro de los personajes más carismáticos de la serie, Ferdinand Lyle, el egiptólogo, quien va a ser el
encargado de traducir los textos que los protagonistas vayan encontrando.
Supongo que, como yo, muchos habrán sentido como un chasquido de desconcierto y
molestia al ver que, una vez más, la causa de todos los males y misterios se
encuentra en el Antiguo Egipto. Y encima van y relacionan a los vampiros con
los faraones, como si Anne Rice no hubiese explotado ya suficiente esta idea. Pero
después de reflexionarlo voy a mostrarme más benévola con la idea de introducir
en la serie El Libro de los mataos.
La excusa es buena si con ella se habla de otra de las características fundamentales
del Londres del siglo XIX, el Museo Británico y los avances arqueológicos para
la traducción de los jeroglíficos. Fue en esta época cuando Jean-François
Champollion descifró la piedra Rosetta, el mismo siglo en el que Ernest
Wallis Budge tradujo el Libro de los mataos
del Papiro de Ani en Inglaterra.
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"Nu sé, pero los tatus del tío eran guapos un rato". |
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“Lines Written in Early Spring” (“Versos escritos en
primavera temprana”) de William Wordsworth: el
poema aparece en el segundo capítulo cuando Victor Frankenstein le está
realizando la autopsia al pobre vampiro “mueto” y entonces Vanessa descubre
libros de literatura en su bolsa. Los dos recitan en canon la última estrofa
del poema, que dice así:
If this belief from heaven be sent,
If such be Nature’s holy plan,
Have I not reason to lament
What man has made of man?
Que según la propuesta de Cátedra quedaría
tal que así:
Si no puedo
evitar tales pensamientos,
Si tal fuese
la intención de mis creencias,
¿no tengo
acaso razón para lamentar
Lo que el
hombre ha hecho del hombre?
Y es esa
pregunta final la que llena de lirismo y fuerza dramática a la escena, si no
toda la serie. Porque al final, de lo que hablan Stoker, Mary Shelley, Percy
Shelley o Wordsworth es del mal de la humanidad, la
maldad fundamental de hacernos daño los unos a los otros.
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El gran Guingol: como toda gran tragedia melodramática, el asunto hay que
acabarlo encima de las tablas. Éste es el título del octavo y último capítulo
de la primera temporada de Penny Dreadful.
Drácula termina en medio de la
estepa, a los pies del castillo del conde y Frankenstein
en las llanuras congeladas del polo norte. Sin embargo, el final de la serie se
ubica dentro de un teatro en llamas, reminiscencia de nuevo a El fantasma de la Ópera. Como en la
novela de Leroux, los protagonistas están sometidos a una elección que determina
la suerte de todos. Además, me parece que éste era el final perfecto para
lanzar un último mensaje que cerrase la temática de la primera temporada. Penny Dreadful, al fin y al cabo, no es
más que una novelucha, es el nombre de las historietas folletinescas que en el
siglo XIX se vendían como chicles, por un penique, de ahí el nombre: “peniques
horribles”. En la serie esas historias macabras se representan en un teatro por
la noche, y allí van nuestros protagonistas al final, a encarnar ellos mismos
sus propias historietas sangrientas, delante de un público: nosotros.
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"¿Qué repitamos? Si ya no nos quedan vampiras para matar". |
Se me han acabado
las referencias y las chorradas y siento que ya me estoy volviendo espesa con este
tema, así que vamos a dar por concluido aquí el análisis de la primera temporada
de Penny Dreadful. En el futuro (lejano
o no) nos ocuparemos de la segunda temporada.
Chao, besines.
Como tu mejor (y única, lo siento) comentarista te blog te diré, ¡felicidades! gran entrada y me han entrado ganas de ver la serie. A ver con qué sales en el próximo post
ResponderEliminarUn besazo
¡Gracias Penélope! Sigue así y acabaré componiéndote una canción ^^
EliminarEspero no tardar mucho en publicar la siguiente entrada. ¡Un besazo!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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