Ah, París… El beatus ille de los
amantes, los viajeros y los hípsters; la mole de monumentos y museos que
provoca a cada paso el síndrome de Stendhal; el gigante de la cultura y el
arte; la fantasía erótica en la que una actriz preciosa se enamora de un
tramoyista y se desnudan al ritmo del acordeón mientras se comen una baguette.
FAUX !!
Las primeras impresiones cuando uno llega a París poco tienen que ver
con la tranquilidad y la creatividad. Es un lío de coches, todos los edificios
son iguales y acabas pasando mucho más tiempo apretujado en el metro que
respirando el aire viciado de la ciudad. Y además, llueve ―a veces― no,
siempre.
Ahora bien, es cierto que París tiene sus desventajas, pero allí donde
surjan siempre van a haber argumentos a favor, y el más poderoso de todos es: ¡crêpes! Ejem…, quiero decir: ¡LIBROS!
Así que hoy os traigo mi particular “Ruta de los libros” en París.